Publicado el Montañas Rusas

Por estos días han venido ocurriendo cosas bastante particulares, tanto a nivel personal como en el mundo alrededor. Es curioso, porque así nos empeñemos en correr a más no poder para huir de la realidad, como decía mi papá: «la naturaleza siempre gana», y pasa lo inevitable, que es que todas las mentiras y razones que hemos inventado para justificar nuestro comportamiento, casi siempre cuestionable y hasta abominable (por la falta de coherencia), se vienen abajo como un castillo de naipes.

Esa inercia tóxica e insidiosa que nos han vendido como «lo que debe ser» para repetir comportamientos que rayan en lo absurdo cuando son analizados detenidamente (otra actividad altamente peligrosa en los tiempos que corren), nos ha convertido en personas débiles, miedosas, sin autonomía personal ni valentía y lo que es más triste y preocupante, incapaces de revisar cuidadosamente todas y cada una de las acciones que caracterizan nuestra adormecida existencia, para saber si en realidad son beneficiosas / necesarias / lógicas o simplemente son el resultado de un concienzudo condicionamiento que no sabemos muy bien de donde viene ni a qué intereses sirve.

Por qué estoy diciendo todo esto? Porque el tiempo sigue su marcha inexorable y cada momento que pasa invertido en el engaño y sosteniendo la idea de que «todo estará bien si miramos para otro lado» así la evidencia irrefutable nos muestre de manera cruda que el mundo tal como lo conocíamos (bajo la óptima de la obediencia y la ignorancia) ha dejado de existir hace mucho tiempo, es un instante menos con el que contamos para salir definitivamente del sueño infantil que nos han vendido como la vida contemporánea, que se ha convertido en (tomando prestado el título de un documental que seguramente casi nadie habrá visto porque habla de hechos incómodos) un simple «Comprar, tirar, comprar»

Me entra la risa nerviosa al escuchar a ciertas empresas decir que se necesitan más y más expertos en tecnología, cuando quienes realizan las labores básicas que permiten que lo esencial siga funcionando (campesinos, agricultores, transportistas, pilotos de aviones y barcos, operarios de los servicios públicos, etc.) son menospreciados, mal pagados y peor tratados. De qué vamos a vivir? De comer bits y beber bytes?

La vida no puede ni debe convertirse en una contínua supervivencia con las mínimas garantías de éxito, bajando la cabeza y renunciando a nuestra libertad personal por un puñado de dólares (o pesos, yenes, soles), seguir creyéndonos la falacia del status y que el éxito corresponde a la cantidad de trabajo y la cifra que contemplamos satisfechos en la cuenta bancaria, llenándonos de objetos materiales (en la mayoría de los casos recurriendo a la deuda en condiciones leoninas) que atienden a conceptos básicos como el garrote y la zahanoria (el premio y el castigo) para que sigamos ignorando lo que ocurre, y que al final se convierten en un lastre en muchos casos insalvable para cuando decidamos romper el lazo invisible que nos mantiene inmóviles e impotentes.

Ya no se trata de ideologías o pensamientos afines o contrarios. Estamos hablando de una campaña de acoso y derribo en toda regla al sentido común, de percibir a ojos vista como el entorno ya no da más de si y que no aguanta ni un abuso más, de una intolerancia hacia la sensatez que amenaza las más básicas libertades y derechos.

No es cuestión de entrar en pánico y dejarse dominar por el miedo, que bien sabemos, es el peor de los consejeros y el que hace que cometamos errores funestos y en muchos casos irreversibles. Hay que comenzar ya a evaluar las opciones disponibles, obrando en consecuencia ante lo que está pasando y de finalmente tomar el control que cedimos sin darnos cuenta hace ya tanto tiempo, creyendo erróneamente que era en nuestro mejor interés. De lo contrario, debemos atenernos a las consecuencias y pagar un precio que tal vez no seamos capaces de asumir.

Tal vez suene lapidario, sin embargo, como decimos en mi tierra: «La verdad duele pero no ofende». Dicho queda. Ahora, a ponerse manos a la obra, sea cual sea el camino que elijamos, siempre teniendo en cuenta las consecuencias de las consecuencias de nuestras acciones y dejando la emocionalidad y los viejos patrones lo más lejos posible. Por supuesto que produce vértigo, pero también una olvidada y reconfortante sensación de posibilidad y autonomía.

Y una cosa más: No olvides disolver tu personalidad

Publicado el Random Ramblings II

Hoy, otra andanada de pensamientos e ideas aleatorias:

1. La paciencia y la persistencia son la clave para lograr cosas que se antojan imposibles a primera vista (Dicho por alguien que tiende a huir de ciertos temas que la mente dice que son inalcanzables).

2. A veces lo que parece ser lo más «adecuado» para la mayoría, no nos sirve de nada en nuestros casos particulares.

3. El miedo es el estado donde menos debemos tomar decisiones importantes o de envergadura.

4. La disciplina y la «fuerza de voluntad» están sobrevaloradas (ver punto 1)

5. Para bien o para mal, es necesario buscar soluciones adecuadas para nuestras propias situaciones. Ese cuento de «One size fits all» «Una solución única sirve para todos» solo funciona para los que venden productos en masa, de la naturaleza que sean y los incautos que los compran.

6. Hay que ejercer el razonamiento en segundo y tercer grado en todas y cada una de las decisiones que tomamos, sobre todo en las que tienen que ver con la salud, el dinero y el amor. En otras palabras, siempre se deben considerar las consecuencias de las consecuencias de nuestros actos.

7. Lastimosamente invertimos mucho más tiempo del necesario en tonterías que consideramos indispensables y que en realidad son distracciones diseñadas cuidadosamente para mantenernos ocupados en asuntos sin importancia en lugar de concentrarnos en lo que realmente importa (estar sanos y tranquilos, tener una fuente de ingresos que no sea inmoral, tener comida y bebida suficientes, ropa de abrigo adecuada y un techo sobre nuestras cabezas). Y no, el placer y el hedonismo en todas sus formas no son cosas indispensables

8. El tiempo pasa mucho más rápido de lo que podemos percibir, y no se recupera, así suene a tópico.

9. Si no definimos lo que es importante para nosotros y hacemos algo para acercarnos a ello de alguna forma, alguien más lo hará y dispondrá de nuestro tiempo a su acomodo, nos guste o no.

10. La muerte siempre está a un momento de distancia, así que, por qué preocuparse?

11. Lo que me sirve a mi, normalmente es total y completamente inútil para la mayoria, así que ahorremos frustraciones y malos ratos teniendo esta sencilla idea en cuenta cada vez que tengamos la «buena intención» de «ayudar» a alguien. Recuerden: «Toda buena acción tendrá su merecido castigo». (Ver punto 5).

Publicado el Random Ramblings

Hoy algunas ideas aleatorias que se me han ido ocurriendo en los últimos dias o frases sobre las que estoy reflexionando:

1. El grado de molienda definitivamente influye en el sabor y la calidad del café hecho en casa

2. Hay más alternativas de las que creemos para todas las situaciones, así las consideremos total y absolutamente descabelladas.

3. Podemos hacer mucho más de lo que pensamos si dejamos a un lado nuestras costumbres habituales, esas mismas que creemos tan útiles y confiables.

4. La vida es tan corta que si invertimos el poco tiempo del que disponemos en tonterías y banalidades, puede que se haga incluso más fugaz o vacía de contenido.

5. Todo lo que pasa tiene un propósito, aunque por causa de nuestra miopía habitual no seamos capaces de verlo.

6. Las rutinas ayudan, y mucho, a alejar de la mente de las tonterias y banalidades que la suelen invadir (ver el punto 4)

7. De nosotros depende en qué invertimos nuestro tiempo, no de las circunstancias, personas o situaciones.

8. Si sabemos cual es nuestro estado basal, es muy posible que podamos modificarlo a voluntad.

9. Si no filtramos lo que entra en nuestro cuerpo o mente, perdemos automáticamente el derecho a quejarnos de los resultados o efectos que esto causa en ellos.

10. «En la vida sólo debemos preocuparnos por las cosas realmente importantes, sabiendo que nada es realmente importante como para que nos preocupemos por ello.» (F. Llinares)

11. El preocuparse, estresarse u obsesionarse por cualquier cosa no resuelve nada y si nos expone a males mayores que tal vez no tengan solución.

12. Si seguimos llevándonos la contraria por hacer caso a lo que llega de fuera en lugar de prestarnos atención, tarde o temprano pagaremos un precio que tal vez no podamos asumir de ninguna manera (Y aún así, tendremos que hacerlo, nos guste o no)

13. De la arrogancia, el orgullo, los odios o las opiniones no queda absolutamente nada útil.

14. En la vida hay que ser práctico, dejando de lado las consideraciones ideológicas o los «ismos», que lo único que hacen es separar y confundir.

15. Y esta última viene de un maravilloso libro que Marcela me regaló hace unos días y a la que le sigo dando vueltas:

«El futuro es un fantasma de manos vacías que todo promete y nada tiene»

(Victor Hugo)

Publicado el Memento Mori

Retomando viejos temas, últimamente la vida me ha traido espejos e imágenes de su fragilidad y me ha recordado, una vez más, que todo tiene un comienzo y un final, sea «bueno» o «malo» según el punto de vista que más nos atraiga.

Lo cierto es que no somos eternos ni indestructibles, y por más que hagamos esto y aquello para «mejorar» nuestra calidad de vida, inevitablemente alcanzaremos nuestra fecha de caducidad en algún momento y tendremos que enfrentarnos, queramos o no, a la decadencia y al hecho de dejar esta experiencia sensorial tal como la conocemos.

Puede ser que suene algo lapidario, sin embargo, la idea principal de esta reflexión es la de no tomarnos nada tan en serio y evitar en lo posible las distracciones innecesarias que quieren hacer del «tener» y el «hacer» algo más importante, vana ilusión, que el Ser, que es el estado natural y a lo que vinimos realmente aquí

Publicado el Desconfianzas Supinas

Hoy un par de anécdotas aleatorias: Salimos a dar un paseo con Marcela y decidimos comer en un local cercano. Dada la hora, el lugar tiene poca afluencia de gente y como se estila en estos particulares tiempos, conservamos la distancia dejando mesas entre los comensales y demás. Justo cuando llega nuestra orden, vemos que se sientan en una mesa aledaña un trio de personas mayores que conversan animadamente entre ellos.

Marcela tose y estornuda, y yo añado la siguiente frase en voz alta: «Este tema nada que se quita, pero bueno la vida sigue». Unos segundos después, los 3 ancianos cambian precipitadamente de mesa y se ubican a una distancia «prudente», con las consiguientes miradas reprobatorias hacia aquellos desconsiderados que osaron salir a la calle sin medir las consecuencias de sus actos para el resto de la sociedad Sobra decir tuvimos serias dificultades para seguir degustando nuestro desayuno, porque la risa no nos dejaba

El otro día  mientras haciamos el pago de las compras en un supermercado cercano, Marcela me dice: «Apurémonos y vamos a su casa, hay que aprovechar que no está su esposa». Yo le devuelvo una mirada cómplice y miro a la cajera que no sabe, literalmente, donde meterse. Trata apresuradamente de terminar la transacción después de cometer varios errores en la misma y desvía en todo momento la mirada hacia el suelo hasta que por fin, para su tranquilidad, nos vamos del lugar conteniendo a duras penas unas sonoras carcajadas

No hay conclusiónes ni enseñanzas de ninguna clase. Simplemente fueron un par de comprobaciones improvisadas y muy divertidas de los juicios que emite la gente sin pensar ni cuestionar absolutamente nada. Para gustos, los colores

Publicado el Los Bidis de Maruti

Cuentan quienes tuvieron la oportunidad de compartir algo de tiempo con Nisargadatta Maharaj (cuyo nombre de pila era Maruti) en su pequeño Ashram de Bombay, que este fumaba sin parar, mezclando el humo de sus bidis ( pequeños cigarrillos enrollados a mano, populares en la India), con el incienso que encendían sus discípulos mientras escuchaban sus enseñanzas.

Muchos de ellos decidieron entonces imitarle hasta el extremo: vestir como el, vivir de manera frugal y por surrealista que suene, comenzar tambien a fumar, a ver si de alguna manera mágica y misteriosa, atribuyendo un poder sobrenatural a los pitillos, podían alcanzar la auto-realización del Maestro Eso si, lo de poner en práctica sus palabras y dedicar tiempo a ello, era otra historia (algo más difícil y tedioso, claro)

Y aunque parezca mentira, la gran mayoría de la gente sigue haciendo cosas disparatadamente parecidas: siguiendo al mesías de turno, sea en persona, por la web, Zoom o WhatsApp, obedeciendo a rajatabla sus sugerencias o consejos (en el peor de los casos), sin cuestionar por un momento la veracidad o conveniencia personal de dichos mensajes, queriendo obtener resultados rápidos e indoloros para resolver la miriada de problemas que  la mayoría de las veces han sido causados por su propia irresponsabilidad.

En estos tiempos revueltos resulta de capital importancia el discernimiento sosegado y profundo, cosa poco probable con tanto ruido mediático y social. Sin embargo, como se dice en España, nos va la vida en ello (literalmente). Lo he dicho en otras ocasiones y lo reitero hoy: estamos cada vez más cerca de una sociedad estilo Idiocracy si dejamos que el oportunista del momento tome las decisiones que conciernen a nuestra salud física, estabilidad financiera y equilibrio mental y emocional. Y a pesar de que no lo parezca, en nuestras manos está dejar que ocurra o no. Cada cual que saque sus propias conclusiones y que actúe en consecuencia. Dicho queda

Publicado el Ebb and Flow

Hoy una reflexión corta: A veces (demasiadas para mi gusto) olvidamos que la vida es un contínuo devenir donde lo único permanente es el cambio, así suene a tópico:  El dia y la noche, las estaciones, el sol y la lluvia, la salud y la enfermedad, el existir y el morir. Nada de esto debería sorprendernos y lo más sano sería navegar cada momento de esta manera, sabiendo que la fugacidad es lo que hace valiosa la experiencia. Sin embargo, nos empeñamos en aferrarnos a lo conocido, a lo «que se debe hacer», a la obligación y así sólo entorpecemos el proceso natural. No escuchamos las contínuas señales del cuerpo y de todo lo que nos rodea, que es donde normalmente suelen estar todas las respuestas.

Los dogmas, «ismos», ideas preconcebidas, «valores» (casi siempre aprendidos y nunca cuestionados ni analizados), religiones, conceptos y demás que supuestamente están ahí para facilitarnos el entender lo que pasa, se vuelven muros insalvables por la terquedad de simplemente aceptar lo que ocurre tal como es y dejar de comparar la realidad con lo que tenemos en la cabeza, luchando para defenderlo como sea contra lo que vemos si es que aquello se sale de los parámetros establecidos que se consideran intocables (sin saber muy bien por qué).

En fin. La idea es simplemente ser y dejar que el flujo nos lleve donde convenga más, haciendo lo que amerite cada momento, así nuestra mente racional no esté de acuerdo casi en ninguna ocasión. De esta manera se sufre menos y se vive de una forma menos artificial y forzada

Publicado el La Paz de lo Salvaje

Este poema de Wendell Berry resume muy bien esa sensación que se olvida tan fácilmente, a pesar de estar al alcance de la mano, en estos tiempos peculiares que vivimos. Aunque yo me pregunto: qué tiempos de los que hemos vivido hasta ahora no han sido atípicos e inusuales? Y como decia Sri Ramakant Maharaj: «La Paz está ahí. Eres TU el que la está perturbando»

The Peace of Wild Things

When despair for the world grows in me
and I wake in the night at the least sound
in fear of what my life and my children’s lives may be,
I go and lie down where the wood drake
rests in his beauty on the water, and the great heron feeds.
I come into the peace of wild things
who do not tax their lives with forethought
of grief. I come into the presence of still water.
And I feel above me the day-blind stars
waiting with their light. For a time
I rest in the grace of the world, and am free.


La Paz de lo Salvaje

Cuando la desesperación por el mundo crece en mi
y despierto en la noche al menor sonido
atemorizado por lo que pueda ser de mi vida y la de mis hijos,
Voy y reposo donde el pato macho
descansa en su belleza sobre el agua y la gran garza se alimenta.
Vengo a la paz de lo salvaje
que no abruma su existencia con la premeditación de la aflicción.
Vengo a la presencia de las tranquilas aguas.
Y siento sobre mi las estrellas ciegas de día
esperando con su luz. Por un tiempo
descanso en la gracia del mundo, y soy libre.

Publicado el Contradicciones

Resulta curioso ver cómo vamos por la vida alardeando, implícita o explícitamente de una seguridad que no tenemos, supuestamente «haciendo lo que hay que hacer», siguiendo guiones caducos que no nos hemos tomado la molestia de examinar ni cuestionar con cuidado para ver si nos aplican, sino que mas bien repetimos sin pensar, tal como nos han enseñado a hacer desde casa o la escuela.

Y cuando ocurre algo que nos trae de regreso a la vida real, nos percatamos que hemos estado obedeciendo órdenes que no sabemos muy bien de donde vienen ni para que sirven, pero que si nos han dejado con un muy mal sabor de boca porque al final nos hemos dado cuenta que no sirven para absolutamente nada en el peor de los casos, o sólo parcialmente en el mejor.

Pero claro, es que eso de objetar la supuesta realidad en la que vivimos es muy cansado. Teniendo tantas entretenciones y distracciones que ocupan nuestro tiempo, lo más fácil es simplemente ir cayendo en contradicciones infinitas, buscando en internet la opinión de gente que no conocemos y de la que no sabemos absolutamente nada, creyendo en el establecimiento que una y otra vez nos ha dejado patidifusos y pluscuamperfectos, sin darnos ningún tipo de salida decorosa o viable, pensando «como no hay más y esto es lo que siempre se ha hecho»para salir del paso.

Nos hemos vuelto perezosos, indolentes, débiles y cobardes. Hemos tragado sin chistar todo aquello que nos han venido contando desde tiempo inmemorial y aceptamos nuestro supuesto destino con una resignación y credulidad que rayan en la más absoluta estupidez. Y para añadir más leña al fuego, somos unos consumados maestros en el dudoso arte de juzgar a quienes vemos que hacen esto mismo y no tenemos los arrestos para reconocer que también nosotros, si, nosotros los «justicieros» y «hacedores del bien, poseedores de la razón absoluta y final» somos los peores exponentes de la situación.

Eso si, como decimos aquí, cuando la vida nos «pega un susto» de la naturaleza que sea, salimos corriendo despavoridos como pollos sin cabeza a buscar cualquier tipo de remedio o solución, venga de donde venga, porque no somos capaces de conservar un mínimo de coherencia en nuestras acciones, esto es, dedicar la mayor parte del tiempo a cuidar y preservar lo realmente importante para evitar este tipo de sobresaltos mayores. Pero claro, como esto no «viste», no «vende» o no lo podemos mostrar en las redes sociales, pues es lo primero que se sacrifica en aras de la tan manida «aceptación social».

A tenor de todo esto, me pregunto: tendrían los hombres y mujeres de las cavernas algún atisbo de preocupación por el número de «Me gusta» del día? O en la edad media o la época feudal de Japón, habría un interés creciente de la gente por tener muchos más «seguidores» que estuvieran pendientes de sus más recientes y normalmente, irrelevantes actividades y observaciones?

Y saben que es lo que es más lamentable? Que se termina desarrollando una adicción enfermiza por las potenciales soluciones a aquello que nos aqueje, sin pararnos a pensar en las consecuencias de las consecuencias, porque hay que «resolver» a como dé lugar

En fin. La naturaleza humana nunca cesa de sorprenderme. Sin embargo, y tomando prestada la frase de tal vez la única persona medianamente cercana que practica un mínimo de coherencia: «Es difícil mantenerse en el camino fácil». Que cada uno saque sus propias conclusiones